Inglaterra 3 x 2 Camerún [Mundial 90]

Pocos partidos del Mundial de Italia 90 pusieron al público al borde de sus asientos como el épico choque de cuartos de final entre Inglaterra y Camerún. Aquel encuentro de infarto reunió a una selección de Inglaterra en la que brillaba la exuberancia y la maestría del organizador de su juego, Paul Gascoigne, y un combinado de Camerún que, con una victoria sobre Argentina en su primer partido y el siguiente festival goleador de un jugador de 38 años de edad, Roger Milla, ya había inscrito su nombre en los anales del campeonato.

Antes de Italia 90, pocos habrían predicho que Camerún se convertiría en la primera selección africana que disputaba los cuartos de final. Sin embargo, los
Leones Indomables habían dado la campanada al imponerse al campeón vigente, Argentina, y desde entonces su progresión había ido en ascenso. Sus victorias contra Rumania y Colombia (ambas por 2-1) les había asegurado el pase a cuartos. Por su parte, Inglaterra se había impuesto por los pelos a Bélgica en la segunda ronda y ahora soñaba con la clasificación para semifinales que impidiera el argentino Diego Armando Maradona en 1986.

Nápoles le había dado suerte a Camerún en la eliminatoria anterior, en la que Milla había ganado la partida al guardameta colombiano René Higuita. Pero los africanos llegaron a ese encuentro sin los sancionados André Kana, Emile Mbouh, Victor Ndip y Jules Onana. De nuevo, el veterano delantero (autor hasta el momento de 4 goles en la competición) ocupó en principio un puesto en el banquillo, y de nuevo el técnico ruso Valeri Nepomniachi le hizo saltar al terreno de juego para que contribuyera con su magia al resultado del partido.


Tensión en los primeros momentos

Inglaterra, que contaba para la ocasión con su once de gala, disfrutó de la posesión en los primeros compases del choque, pero Camerún creó la primera oportunidad del encuentro en el minuto 12. Louis Mfédé habilitó a François Omam, que se quedó solo frente a Peter Shilton. El guardameta inglés rechazó el primer lanzamiento de Mfédé, y contempló con alivio cómo el segundo disparo, tras el rechazo, se marchaba lejos de su poste izquierdo.


Estas aproximaciones en los primeros compases hicieron que Camerún se creciera y dominara el partido. Mfédé estaba por todas partes, y gozó de dos oportunidades más casi seguidas: una se marchó por encima del larguero (19') y la otra, con un tiro que se colaba por el poste derecho y que fue desviado por Shilton (21'). Finalmente, en el minuto 25 y contra la lógica del juego, Inglaterra replicó con el primer gol del partido. Terry Butcher sirvió un balón a Stuart Pearce, quien se escapó por la banda izquierda y colocó un centro medido a la perfección en el segundo palo, directamente a la cabeza de David Platt, el paladín de Inglaterra frente a Bélgica. El veterano portero Thomas N'Kono no pudo hacer nada ante el impecable remate de Platt.


Aparte del remate de cabeza de Thomas Libiih que no llegó a perturbar a Shilton, Camerún no disfrutó de más oportunidades dignas de mención en los últimos minutos de la primera parte. Sin embargo, pronto todas las miradas se dirigieron hacia la banda, donde hacía ejercicios de calentamiento Roger Milla, quien lucía un nuevo look, con la cabeza afeitada. El veterano delantero entró en el campo tras el descanso y, en el minuto 61, justo después de que Lineker disparara por encima de la meta que defendía N'Kono, Milla contribuyó a crear el gol del empate.


El público estaba volcado a favor de Camerún. La fiesta continuaba sobre el campo, y la atmósfera que se vivía en las gradas era electrizante. Omam fue el siguiente en encarar hacia la puerta rival. Pasó el balón a su compañero Cyrille Makanaky, cuyo disparo se perdió lamiendo el poste. Los pupilos de Robson apenas tuvieron tiempo de recomponerse antes de quedar abajo en el marcador. Milla se escapó de Gascoigne, Wright y de Platt, y cedió para Eugène Ekéké, que había entrado luego del descanso. El delantero llevaba tan sólo un par de minutos sobre el terreno de juego, pero se encontraba en una posición inmejorable y batió a Shilton picando la pelota de forma sensacional. Camerún volaba.


Resurge Inglaterra

Inglaterra modificó su formación, pero la situación cambió por completo cuando Camerún falló la oportunidad que hubiese sentenciado definitivamente el partido. El culpable fue Omam, quien no logró resolver tras una fantástica pared con Milla (82'), y no tardaría más que unos instantes en lamentarlo. El balón acabó en el otro extremo del campo y Benjamin Massing derribó a Lineker en el área. El delantero se quitó el polvo de encima y no erró el tiro, que entró por la parte superior izquierda de la meta de N'Kono. Cuando quedaban siete minutos de juego, Inglaterra estaba resucitando.


No obstante, en la húmeda noche napolitana, los ingleses siguieron pasando bastantes apuros. Shilton se vio obligado a esforzarse por rechazar los ataques de un imparable Omam. Los primeros minutos de la prórroga ofrecieron más de lo mismo: primero Oman, después Makanaky y, por último, Milla, todos ellos amenazaron la puerta rival, pero Inglaterra sobrevivió a todas las acometidas. Inglaterra golpeó en el minuto 105. Lineker corrió hasta un pase al hueco de Gascoigne, pero entre N'Kono y Massing le hicieron caer en el área. Otro penal. Lineker, ganador de la Bota de Oro en México cuatro años antes, optó en aquella ocasión por apuntar al centro de la portería para conseguir el 3-2 y su tercer tanto del torneo.


A los jugadores de Camerún no les quedaban fuerzas para replicar. Inglaterra, pese a que, en algunos momentos, no había sido el mejor equipo sobre el terreno de juego, acababa de reservar su plaza en la semifinal por primera vez desde 1966. "Montemos una fiesta", cantaban los hinchas de Inglaterra mientras Robson se enjugaba una lágrima de alegría antes de prepararse para otra lucha de titanes en la siguiente eliminatoria, esta vez ante su viejo enemigo, Alemania. Camerún hizo acopio de fuerzas para dar una vuelta de honor al estadio de San Paolo. Los cameruneses podían estar bien orgullosos de saber que su fútbol vibrante había iluminado un torneo en el que se habían visto muy pocos goles.

Fuente: FIFA


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