El Centenario de Montivideo

El Centenario, escenario del primer Mundial de 1930, aspira a albergar el Mundial de 2030 para su cumpleaños. Justa recompensa para una olla a presión que, aunque hoy viva de leyendas antiguas, ha sido testigo de grandes artes interpretadas por famosos inspiradores y maestros del fútbol ofensivo y creativo. Las tribunas llevan nombres de la historia universal del fútbol uruguayo: Colombes, Amsterdam, Olímpica, América.

Atilio García, fue un inmenso actor del Centenario, el artillero del Nacional, injustamente olvidado, con la mejor media universal de goles por partido, en un campeonato de primer nivel, entre 1938 y 1950(1,06). Allí, marcaba de 30 a 50 goles por año. 60.000 espectadores del Nacional se dejaban el sueldo para verle ejecutar cada domingo una o dos obras maestras. 50 años más tarde los mismos 60.000 aficionados bailaban el tango, elegantes en las gradas del otro lado del Río de la Plata, a ritmo e imagen de la carrera plástica de Enzo Francescoli, cuya última hazaña en el Centenario fue alzar la Copa América 1995, tras una pasional tanda de penalties ante Brasil.

El estadio Centenario fue el teatro de la primera final de la Copa Intercontinental en 1960. El Peñarol cayó entonces contra el mejor Real Madrid de Di Stéfano 0-0 en Montevideo y 5-1 en el Bernabéu. Un año más tarde el Peñarol vive una revancha luminosa ante el mejor Benfica de Eusebio, arrasando en el partido de vuelta 5-1 en su estadio y ganando nuevamente 2-1 en un desempate nuevamente en el Centenario al haber perdido 1-0 en Lisboa. El mágnifico goleador Spencer los metía por pares, apoyado por grandes atacantes que eran Cubilla, Borgés, Linazza y Tito Gonçalves.

En 1930, Uruguay sólo alineaba artistas en la cancha, en particular los primeros negros que amaravillaron París y Amsterdam en las Olimpíadas de 1924 y de 1928. Jose Andrade fue titulado "la Maravilla Negra" por la prensa francesa tras sus actuaciones deslumbrantes en Colombes donde nunca habían visto jugar una perla negra, que con sus compañeros de arte, Petrone, Cea y Nasazzi, se entrenaba el regate corriendo tras gallinas enloquecidas, según escribió la prensa francesa... driblada por el engaño de los jugadores.
Fuente: Jean Pierre Bonenfant

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